El drama se subtitula El lenguaje de las flores, que García Lorca justifica con extrema gracia en el poema que recitan (o cantan) las solteronas en el segundo acto. Pero hay una flor presente durante todo el transcurso del drama: Rosita, que es la encarnación de la extraña rosa mudable que cultiva su tío en el invernadero y que, recurrentemente, como símbolo, está omnipresente a lo largo del drama en la poesía que lee el tío, al final de primer acto y con que finaliza el drama:
La rosa se abre en la mañana
roja como sangre está.
Cuando se desmaya la tarde
se pone blanca, con blanco
de una mejilla de sal
Y cuando toca la noche
blanco cuerno de metal
en la raya de lo oscuro
se comienza a deshojar .
Premio «Actriz revelación» a Celeste Lorenzo, en la Muestra Vecinal de Valladolid.